Los antiácidos disponen de un efecto de corta duración, por lo que las personas suelen tomarlos con mayor frecuencia. Este consumo frecuente y prolongado puede acarrear problemas del aparato respiratorio y de los huesos, según han advertido algunos estudios científicos.
Científicos holandeses realizaron una investigación con más de 364.000 pacientes, cuyos resultados fueron publicados en The Journal of the American Medical Association (Jama). En sus conclusiones señalaron que el uso habitual de antiácidos incrementaba el riesgo de contraer enfermedades respiratorias como neumonía o pulmonía.
Según dicho estudio, los antiácidos aumentan la vulnerabilidad a otros tipos de infecciones, esto se debe a que la acidez del estómago es un proceso mayor de defensa contra agentes patógenos presentes en los alimentos ingeridos, por lo que al bloquearse la producción de ácidos, los patógenos pueden generar un mayor número de infecciones, especialmente respiratorias.
Nuevos estudios han relacionado también el consumo de antiácidos con el riesgo de sufrir fracturas. Una investigación reciente, indica que el consumir estos fármacos durante más de cinco años afecta los huesos, elevando el riesgo de padecer osteoporosis y fracturas.
Los resultados de dicha investigación fueron publicados en la revista "Canadian Medical Association Journal" (CMAJ, según sus siglas en inglés). Los datos del estudio realizado con pacientes de más de 50 años que habían sufrido una fractura de cadera, constataron que el consumo de antiácidos durante cinco años elevaba el riesgo de sufrir fracturas de cadera y si el uso se prolongaba durante siete años o más, también aumentaban las probabilidades de padecer fracturas de cualquier otro tipo.
Por otro lado, se ha estudiado que los antiácidos pueden fijar el hierro en el tracto gastrointestinal, por lo que su uso excesivo podría contribuir a la anemia por déficit de hierro. Los antiácidos se clasifican en sistémicos y no sistémicos. Los primeros son de efecto rápido, neutralizan la acidez y disminuyen las molestias al ser absorbidos al interactuar con el ácido estomacal (ácido clorhídrico). Entre ellos figura el bicarbonato de sodio.
Por su parte los antiácidos no sistémicos, son de acción lenta y prolongada. Forman una sal que no se absorbe al reaccionar con el ácido clorhídrico. Entre ellos se incluye a las sales de calcio, magnesio y aluminio. Actualmente existen muchos antiácidos disponibles, algunas de las marcas más conocidas son: Maalox, Tums y Milanta, Pepto-Bismol y Rolaids, entre otros.
Ahora que estas investigaciones han demostrado que los antiácidos no son totalmente inocuos, es importante consumirlos en las dosis indicadas, no auto-prescribirse, ni abusar de ellos. Lo mejor sería combatir la acidez de una forma más sana y natural, haciendo algunas modificaciones en nuestro estilo de vida. Por ejemplo evitando consumir ciertos alimentos como el chocolate, la cafeína, las nueces, la menta, las bebidas alcohólicas, las gaseosas y los alimentos ricos en grasa.
Conviene también evitar ingerir alimentos tres o cuatro horas antes de acostarse, ya que al comer se produce una elevación transitoria en la secreción del ácido estomacal.
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