La comida sufre el ataque destructivo de ciertos agentes que la estropean, con lo cual se hace necesario utilizar métodos de conservación que eviten este proceso de deterioro. Algunos de estos sistemas para mantener los alimentos en buen estado se emplean desde hace mucho tiempo, aunque han sido mejorados a lo largo de la historia e incluso se han creado nuevos métodos. Una de las ventajas de estas formas de tratar los productos alimenticios supone conseguir cualquier comida a lo largo de todo el año y no tener que esperar a una época concreta, además de ofrecer la posibilidad de guardar los alimentos cuando no se van a consumir en el momento.
ATAQUE DE DESTRUCCIÓN: Bacterias y hongos destruyen los alimentos, que también se descomponen por las enzimas que contienen. El oxígeno estropea la grasa y destruye la vitamina C de las frutas y verduras.
SECADO: Se elimina el agua que necesitan los microorganismos.
AHUMADO: El humo posee sustancias químicas que destruyen las bacterias.
SALAZÓN: Una solución de sal común impide la multiplicación de las bacterias.
PRODUCTOS QUÍMICOS: Al añadir ciertos productos se impide la fermentación de los alimentos.
CALOR: El calentamiento destruye los organismos de los alimentos.
FRÍO: Las bajas temperaturas frenan el proceso vital de los microorganismos.
PULVERIZACIÓN EN SECO: La leche concentrada (45% seca) se esparce en gotas muy finas por la parte superior de la torre de pulverización, se seca al encontrarse con el aire caliente (200oC) y cae después en forma de polvo al fondo de la torre.
LIOFILIZACIÓN: La carne congelada se coloca en una cámara de secado cerrada herméticamente al vacío, lo que provoca una baja presión. Al calentarse las estanterías, el hielo del alimento se evapora y se transforma después en agua.
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