En la evolución de los seres vivos apareció en cierto momento el
-sexo, es decir, el hecho de que en un mismo tipo de organismo (una
misma especie) surgieron dos formas. Los científicos le llaman a esta
cualidad de los seres vivos dimorfismo, que quiere decir dos formas. La
base biológica del género es el dimorfismo, y éste es la base para la
conformación del segundo elemento de la sexualidad que consideraremos.
En este contexto, entendemos género como la serie de construcciones
mentales respecto a la pertenencia o no del individuo a las categorías
dimórficas de los seres humanos: masculina y femenina, así como las
características del individuo que lo ubican en algún punto del rango de
diferencias.
El género, al igual que los otros holones sexuales, tiene
manifestaciones en todos los niveles de estudio de nuestra naturaleza
humana. La dimensión humana del género, expresión de este holón, permea
casi toda la existencia humana. Es por medio del género que los grupos
sociales realizan una multitud de interacciones. La identidad misma, es
decir, el marco mental interno de referencia de nuestro ser está
construido en el género como elemento central.
En sus niveles biológicos, existen desarrollos importantes que hay
que considerar: la determinación del mismo, los múltiples niveles en los
que opera en proceso prenatal y postnatal de diferenciación sexual
(genérica), las manifestaciones anatómicas (más que evidentes) del
dimorfismo, las manifestaciones (menos evidentes) del dimorfismo en el
sistema nervioso central, entre otros temas.
En el plano psicológico, el género adquiere relevancia central en la
conformación de la identidad individual. La identidad es el marco
interno de referencia que nos permite respondemos quiénes somos, qué
hacemos, qué queremos y a dónde vamos. Uno de los principales
componentes de la identidad es precisamente el género, en la llamada
identidad genérica: yo soy hombre, yo soy mujer. La identidad de género
es tan importante en el desarrollo humano que cuando no puede
conformarse el desarrollo completo se detiene. Este concepto, tal como
se usa en la actualidad, fue articulado por John Money y Anne Erhardt
(Money y Erhardt 1972) como la mismidad, unidad y persistencia de la
individualidad personal como hombre, mujer o ambivalente, en mayor o
menor grado, especialmente como en los planos de la autoconciencia y la
conducta (Money, 1980).
La expresión pública de nuestra identidad genérica se llama papel
sexual o papel genérico (también llamados roles sexuales o genéricos).
Cuando estos papeles sexuales son estudiados en los grupos humanos, es
posible la identificación de guiones que dictan lo que es esperado por
el grupo en función del género de los individuos y la sociedad norma
muchas de sus interacciones en función de estas conceptualizaciones. El
género, y su institucionalización en papeles, estereotipos. y guiones,
es uno de los filtros más eficaces para la regulación del poder entre
los seres humanos.
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