Ninguna consideración sobre lo sexual puede estar completa sin
incluir el plano de las vinculaciones efectivas entre los seres humanos.
El desarrollo de vínculos efectivos es resultado de la particular
manera en que la especie humana evolucionó. A mayor tiempo de
desarrollo, mayor necesidad de cuidado.
Una vez rotos los vínculos físicos prenatales, la presencia de
afectos intensos relacionados con los otros se constituye en la forma de
garantizar el cuidado y el desarrollo. La especie humana tiene un
tiempo de desarrollo del individuo adulto extremadamente prolongado, el
cuidado parental y la permanencia de apoyo entre el par de
engendradores, se traducen en estabilidad y aumento de las posibilidades
que tiene la especie de permanecer en el mundo.
Por vinculación afectiva interpersonal comprendemos: “La capacidad de
sentir afectos intensos por otros, ante la disponibilidad o
indisponibilidad de ese otro/a, así como las construcciones mentales
alrededor de los mismos”.
La forma más reconocida de vinculación afectiva, es el amor. Sin
embargo, y contra lo que suele pensarse, se le puede dar el mismo nombre
a formas de vinculación afectiva totalmente diferentes y hasta
opuestas. Ocurre que por
amor se entiende tanto la necesidad imperiosa de contar con la presencia
de alguien, al punto que se siente indispensable para la vida: “yo sin
ti no puedo vivir”, como el supremo acto de ofrecer la vida por otro:
“me muero por ti”, se le llama amor tanto al gozo de ver al ser querido
feliz, como al dolor que experimentamos cuando nos abandona. Esta
situación plantea problemas conceptuales que pueden resolverse si
identificamos el componente indispensable de todas estas situaciones: la
presencia de resonancia afectiva intensa. Es esta resonancia afectiva
la que se hace presente por la interacción entre los significados de los
otros holones de la sexualidad. Los seres humanos nos vinculamos
gracias a que los afectos provocados por los otros, (o por él o la
otro/a) son lo suficientemente intensos como para tratar de mantenerlos o
evitarlos. El amor es una forma ideal de vinculación.
Del amor se han ocupado casi todos los escritores en el mundo
occidental (ver por ejemplo Hutchins, 1988). Las características del
vínculo afectivo amoroso, es decir, de la forma ideal de vinculación,
han sido revisadas por varios autores. Uno de los mas conocidos es Erich
Fromm (1991) quien enumera las características del amor: “El amor tiene
un carácter activo, el amor da y además tiene cuidado, responsabilidad,
respeto y conocimiento por la otra persona con la que experimentamos
afectos intensos”.
El estudio de las vinculaciones efectivas entre los seres humanos
tiene contenidos en todos los niveles en los que los otros holones
sexuales se manifiestan. Las bases biológicas de estos fenómenos
empiezan a identificarse, cuando menos en lo que se refiere a algunas
formas de vinculación afectiva como el amor romántico, el enamoramiento y
posiblemente la matriz del vínculo materno-infantil.
La experiencia subjetiva del amor y los patrones de vinculación
(llamado por algunos autores patrones de apego), constituyen temas
centrales en la psicología. El establecimiento de la pareja humana, su
formación, ciclo y disolución, así como la institucionalización de los
vínculos efectivos a través del matrimonio, su disolución a través del
divorcio y otras formas de terminación de vínculo, así como la
regulación institucional y legal de estos procesos, se estudian por
métodos de la psicología de la interacción, la psicología social, la
sociología y la antropología. Finalmente, muchos de los fenómenos
demográficos como las migraciones y los patrones de formación de
uniones, están relacionados en alguna medida con los fenómenos de la
vinculación humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario